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martes, 4 de octubre de 2011

Seis continentes, un mismo instante


África

Está exhausto. Lleva corriendo cerca de dos horas. No lo sabe con exactitud porque no lleva reloj, pero lo calcula gracias a la inclinación del sol. Su abuelo le enseñó a medir el tiempo con esa estrella y con la polar a orientarse por la noche. Ahora está solo en tierra de nadie. O en terreno de guerrillas. Huye de Sudán, el paraíso de la muerte. De repente, alguien le toca el hombro y le ofrece un poco de agua. Se había olvidado de la sed.


América

Steve se levanta por el dolor que le producen las contusiones en su cuerpo. Pálido y duro. Algo áspero, pero digno. La policía cargó ayer contra él y un grupo de compañeros durante los sucesos desatados en el puente de Brooklyn. Han conseguido su objetivo. Las protestas contra el sistema financiero, causante de la crisis, comienzan a extenderse en el resto del país. Decide afeitarse. La barba siempre denota dejadez, melancolía. Y hoy es un día en el que puede sentirse orgulloso de ser quien es.

Antártida

Dos amantes están situados en el punto exacto en que empieza el círculo polar. Acaban de darse un frío chapuzón. Al rato llegan más compañeros. Deben de ser, por lo menos, 20 pingüinos los que comienzan a mover la cola y la cabeza. Hablan de que el agujero sigue aumentando. Están preocupados por el mal estado de la capa de ozono. Al grupo se suman cuatro pingüinas, vienen de buscar algo de alimento para sus retoños. Hay comida suficiente. Por fin, una buena noticia entre tanto pesimismo.




Asia

Once de marzo. No consigue olvidar esa fecha. Quizás porque es el día que lo perdió todo. Once. Nunca confió demasiado en esa cifra. Once. O toda una vida. Desde ese día no ha podido acercarse a su casa. Sus cabras murieron como consecuencia de la fuga radiactiva de la central. Tuvo suerte porque su familia sigue viva. Pero ya no puedo recordar la vida tal como la conocía. "Once", vuelve a pensar mientras se abrocha un zapato.


Europa


El sol de invierno, el mejor de todos, caliente amable su piel. Es lo único amable que ha escuchado hoy. Vuelve a estar en el paro. Vuelve a las largas colas, a las interminables esperas. Vuelve a escuchar a su suegro reprochándole que ni siquiera sirve para cuidar a su familia. Que solo trabaja ella. Y que con ese dinero casi no les da para comer. Vuelve a ver la cara de las niñas que pronto comenzarán a ver escaparates navideños. Y pedirán juguetes, ropa y golosinas con una sonrisa todavía demasiado inocente. Son demasiado pequeñas para no creer en los Reyes.

Oceanía

Ya le habían salido las primeras arrugas hace muchos años. De hecho, las líneas estaban bastante marcadas. Las canas ya eran mayoría en el cuero cabelludo. Cada vez que se le teñía un pelo de blanco, ingresaba un millón de euros en el bolsillo. Y tenía una buena melena. Con lo cual, los ceros en su número de cuenta habían aumentado a un ritmo rápido. Algo más lento fue para divorciarse y escaparse con una joven. Bien parecida, sin arrugas ni canas, y a la que le regaló una isla en la Polinesia Francesa. Porque para él, todo se compra.

1 comentario:

  1. Zaragoza:

    Se levanta perezosamente, aún con muchas responsabilidades, reuniones y trabajos pendientes, le cuesta madrugar. Toma un cafe y ve los desayunos de tve para estar al día. Sale de casa, no para trabajar, sino para hacer más papeles para el ministerio la universidad... Probablemente estos sean los últimos que tenga que hacer; en breves podrá investigar y quizás encontrar alguna solución para el futuro que nos de trabajo en esta crisis y nos proteja del cambio climático. Pero en el fondo él/ella no sabe que pasará en los próximos años de su vida aunque tiene fé sin ser creyente.

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