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miércoles, 7 de mayo de 2014

Pijos baratos

Al verlo, se me ocurrió: ¿Cómo es posible que con 40 grados que hace en el local no se quite el jersey? Que aguante como si estuviera a cero grados con la camisa a rayas y el jersey en pico.
¿Acaso los pijos no sudan? ¿No llevaba el Lacoste reglamentario bordado en la camisa y se descubriría que no es de marca, al más puro estilo de la película El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo? Sí, nadie tiene claro quién ganaría una pelea entre el citado cocodrilo o el caballito de Burberry. Es uno de los grandes misterios de la Humanidad. El otro: ¿Por qué existen los pijos baratos?

Defino: Un pijo barato es aquel que tiene menos dinero que un mileurista, de los que recogen los céntimos del suelo (gesto que se acuñó al inicio de la crisis).

Más pistas: Son los que te invitan a una cerveza de las de oferta, en los nuevos bares de todo a cien. Además, se presentan con las zapatillas medio rotas de tanto usarlas (será que tienen solo un par), aunque eso sí, de marca. Van a esquiar una vez al año para que nadie descubra que no pueden ir a la nieve. O lo que es peor, que llevan el traje del año pasado.

Cuando van de vacaciones, no van a hoteles de más de tres estrellas. Y nunca dejan propina en los restaurantes.

Suelen ser perritos falderos de la gente que ellos creen que puede echarles una mano, véase los famosos hijos de. Y les hacen la pelota de forma rastrera, hasta caer ellos mismos en el ridículo. Si pudieran, besarían el suelo por donde ellos pasan. Suelen sentarse los primeros en misa y evitan cuestionar cualquier frase si viene de una cúpula superior.

Los pijos baratos son como los bolsos de imitación de Gucci. Quieren aspirar a, pero nunca son. Ellos no saben que las falsificaciones son muy fáciles de reconocer.

Los pijos baratos se esfuerzan por lucir marcas, por aparentar. Los pijos reales, los de familia de posibles, que dirían nuestros abuelos, son los que ven normal navegar con un velero vestidos con una camiseta de propaganda. Son los interesantes. Y más si, como yo, aspiramos, como los pijos baratos, a que alguien nos regale un barco.