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viernes, 29 de junio de 2012

Amanda y la brutalidad policial

Amanda se chupa el dedo, un vestigio de la época en la que estaba en el útero materno. Mira despierta a su madre, que se mueve impaciente de una lado a otro. La ve llorar. Sin parar, sin consuelo. A veces es difícil encontrar el consuelo. Hasta que llegan ellos. Entonces se seca los ojos, no quiere regalarles sus lágrimas.

Amanda. Solo tiene cinco meses y un dedo que chupar. No tiene casa. A sus padres les han desahuciado. Varias personas les debían dinero. Entre ellas, un político que ahora forma parte de la Caja responsable del desahucio.

Amanda no lo sabe todavía, pero muchas personas están en la puerta de su casa para luchar por ella. Piden que sus padres puedan acabar con esta pesadilla, que el banco les permita saldar la deuda al entregar su casa. Que no tengan que cargar a cuestas con una gran deuda. Su hogar será cualquiera en el que quepan los tres.

Amanda está nerviosa. Está escuchando los gritos y el ruido que hacen las porras al impactar contra el cuerpo de los manifestantes. Ella que nunca lloró cuando perdía el chupete, no aguanta más. No entiende.

Amanda, se agarra fuerte a su madre. Ya están en la calle. Han pasado a formar parte de esa larga lista de las personas que han perdido la casa.

Amanda, todavía es muy pequeña para comprender, también para diferenciar lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto y, sobre todo, lo legal de lo ético, pero hoy ha hecho, sin querer, un máster sobre las injusticias del mundo.

Amanda se acomoda en los brazos de su madre, se chupa el dedo. En realidad, Amanda abandonó el piso la noche antes del desahucio por razones obvias. Pero tengo curiosidad en saber qué pensará la niña cuando sea mayor y le cuenten cómo perdió su casa.

Os incluyo el texto para que cada uno saque sus propias conclusiones.http://periodismohumano.com/sociedad/libertad-y-justicia/que-guapu-ye-desahuciar-a-un-bebe.html


jueves, 28 de junio de 2012

The ladder theory

Somos amigos. Con estas dos palabras se podría resumir fácilmente The ladder theory, pero entonces yo no sabría qué escribir hoy. En castellano se ha traducido como La teoría de las dos escaleras. Sin embargo, he querido mantener el original porque procede de un país de habla inglesa.

La idea es que hombres y mujeres clasifican de distinta manera a las personas del sexo contrario. Los chicos tienen una escalera (o una única forma de clasificación). Se acostarían con cualquiera (o casi). Su orden de preferencias varía, tan sólo, desde el suelo de la pirámide a la cúspide. Obviamente, prefieren a las chicas que se encuentran en lo más alto de su clasificación. Pero no le harían ascos a alguna intermedia. En esta pirámide se incluyen conocidas, vecinas, compañeras o amigas.

Las mujeres, por su parte, clasifican a los hombres en dos escaleras. En la primera están los hombres con los que podrían (y no les importaría) que pasara algo. Cuanto más alto esté el chico, significa que la mujer tiene más interés. En una segunda clasificación, el sexo femenino agrupa a sus amigos. Son chicos con los que no se liaría nunca, independientemente de que pueda tener algún tipo de atracción hacia ellos, ya que sabe que si sucede algo puede perder su amistad. O al menos eso cree.

Ahora vienen los problemas. Las mujeres nunca decimos en qué escalera está cada chico y, por supuesto, es casi misión imposible pasar de una escalera a otra.

martes, 26 de junio de 2012

Untitled

La miró como siempre y las besó sin esforzarse demasiado. Si alguien vio la escena, podría haber dicho que la trataba con dulzura. Ellos no lo sabían, pero ella lo adivinó en sus ojos. Desde el momento en que se acercó a él, supo que sería la última. También que no debió de quedarse allí, que debería haberse marchado en el momento justo, en el segundo en que el instante perfecto se transforma en la inoportuna realidad.


Cuanto más se esforzaba en huir, sus pies más se agarraban al suelo. Así que se conformó con una solución intermedia: escuchar los cuentos que ni el orador creía. Pero si no habló,  no fue por una convicción profunda y por dejar que él hiciera el ridículo sólo para ella, si no porque, simplemente, no pudo. Su garganta no le dejaba.

jueves, 21 de junio de 2012

La verdad sobre perros y gatos

El otro día, mientras caminaba ensimismada en mis pensamientos, cosa que no es novedad, me acordé mucho de un amigo. Recordé una curiosa teoría que él inventó,de esas que creo que se formulan cuando se llevan encima (o dentro) un par de cervezas de más. Aunque sé que si los científicos de Harvard  escucharan el enunciado de la misma, la publicarían de forma inmediata en la revista Science.

La idea general es que las personas nos comportamos como dos animales. Somos perros o gatos. Los primeros, como él decía, son de naturaleza fiel, les gusta estar con la gente (más bien necesitan a la gente) y no tienen ningún miedo al compromiso. Los segundos, al igual que los felinos, son muy independientes, no necesitan tener cerca a la gente porque han aprendido a vivir en soledad y, ciertamente, les da algo de pánico comprometerse o estar con alguien.

Amigo, bravo por la teoría. Es simple, pero, en muchas ocasiones, recurrir a lo fácil es lo más eficaz.

domingo, 10 de junio de 2012

Deshumanidad

Asfixia. Sangre. Me sale sangre de la boca. Tenía que correr. Escapar de los soldados. Sin embargo, el jodido ruido persiste. Basta, por favor, basta. No recuerdo su risa. La guerra no es escenario para una reina. Tampoco para un hombre. ¿De qué lado estoy? Huele a pis, también a sudor, a miedo. La escuela, mi escondite, no guardará el secreto durante mucho tiempo. A ella le da vergüenza tanta estupidez. A otros también. Se me cae la baba. Lo sé por sus ojos, porque ya no siento nada. ¿Podré perdonarle?

Este dibujo es de la página de Amnistía Internacional y refleja cómo ven los niños la guerra.