Buscar este blog

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Que la suerte te acompañe

Hoy título mi post emulando la frase más repetida de la saga de la Guerra de las Galaxias. Porque hoy he comprado lotería de Navidad. Esa que los premios los cantan niños que se preparan todo el año para el evento. Imaginen lo horrible que es para ellos quedarse sin voz....(Un consejo: Prohibido salir la noche anterior).



En mi trabajo se ha establecido durante dos días una improvisada doña Manolita o don Luisito, más cercano. Ayer nuestra bruja de oro tuvo largas colas, nadie quería quedarse sin números. Como si un boleto fuera la solución a todos los problemas. Bueno, en parte sí. Yo que pensaba comprar uno solo, he caído en la compra de los tres números distintos que ofrecían. Me aterraba la imagen de la oficina vacía porque a todos mis compañeros les había tocado el Gordo y yo sola, trabajando. No he podido separarme de esa idea que se podría prolongar hasta que cumpliera 70 años. Y creo será así, aunque también creo que estaré acompañada.


Sé que las posibilidades de que toque la lotería son muy pocas. Pero, el primer paso es comprar.

P.D. Para todos aquellos que, aún conscientes de las probabilidades matemáticas, confiéis en ganar la lotería, me queda deciros: "que la suerte os acompañe".

martes, 29 de noviembre de 2011

Permanecer callado

 


Existe una habilidad que muy pocas personas tienen. Es una cualidad que pasa desapercibida en la mayoría de las ocasiones. De eso se trata. Hay muy poca gente que sabe permanecer callada y hablar en el momento adecuado. A la mayoría le puede el ansia y la falta de oído. Yo me incluyo en este multitudinario grupo, aunque intento, aunque sea de forma momentánea, trasladarme al otro lado más silencioso. No tengo más que añadir. A veces, las palabras sobran. Aquí viene el sol.

P.D. Este es un recuerdo para el beatle más callado, George Harrison, en el décimo aniversario de su muerte.





domingo, 27 de noviembre de 2011

Campaña de Navidad

Las luces de Navidad ya están puestas en las calles. De hecho, creo que algunas esperan su turno desde agosto. Cerca de mi calle ni siquiera recogieron las del año anterior, no sé si por descuido o por un motivo de ahorro. También las grandes multinacionales y centros comerciales decoran sus escaparates con objetos llamativos para atraer la atención del consumidor. ¡Todo está impregnado de espíritu navideño! Aunque todavía falte más de un mes, pero ¿Qué importa? Lo importante es consumir. Gastar dinero, el poquito que muchas familias han ido ahorrando cada mes. O el que no tienen.

Con la llegada de la Navidad, las personas desentierran, casi a la vez, el sentimiento de la solidaridad. Hasta entonces, dormía perezoso. Apenas salía para hacer algún favor a un colega o a un buen compañero de trabajo. La solidaridad permite que te acuerdes, por unos días, de que hay gente que lo pasa mal. Los ojos se abren y ven que muchos niños pasan hambre y frío y que no tienen juguetes. Los habitantes del Norte del planeta, más preocupados por su ego que por los menores esqueléticos y medio moribundos, limpian su karma. Compran un par de paquetes de arroz y otros de pasta. De oferta claro, y de marca blanca. Donan los jerseys horrorosos de la suegra o los pantalones que no les caben porque han engordado un poco en los últimos meses. Y, quizás, deciden hacer un donativo, no superior a 50 euros, a Médicos sin fronteras o a Unicef. Con eso la conciencia se queda tranquila.

Creo que la gente todavía no entiende el concepto de la palabra solidaridad. En Occidente se traduce por dar lo que te sobra. Cuando creo que va más allá. Para mí, la definición de solidaridad sería luchar porque todos tuvieran los mismos derechos y oportunidades, por compartir los recursos y no dar los que ya han caducado, exigir a los políticos una inversión real de ayuda al desarrollo sin expropiar sus fuentes. También encaja en la definición evitar las guerras económicas que sólo buscan dar salida a los nuevos armamentos creados en Europa. Y el remedio es tan fácil como pensar. Puede que esté equivocada, pero la gente necesita comer más de un mes cada año.

P.D. Está claro que mejor que nada son las campañas de Navidad. Pero, señores, piensen. Si de verdad creen que la solidaridad son dos paquetes de arroz de oferta...... tienen un problema. Y de los gordos.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Cuando las gaviotas vuelan sobre España

Las gaviotas ganaron a las rosas. Ya se sabía desde el día en que Zapatero convocó las elecciones anticipadas. Lo que no se sabía con seguridad era el número de gaviotas que vigilarían España. Y son demasiadas. Tienen una mayoría absoluta. Lo peor que le puede pasar a una democracia.

No me posicionen a favor ni de los azules ni de los rojos. Ambos colores ya no puedo utilizarlos casi ni en mi vestuario. Y dejen de insistir y de preguntar a qué partido voté, eso depende de la esfera personal de cada uno. Y de un poco de inteligencia porque más o menos se puede adivinar sin impertinencias.


Desde el pasado domingo llevo como una semana borracha, y no de alcohol, pero sí con una ceguera extraña. La gente, en cambio, pensaba que, con Rajoy al frente, el paro se iba a acabar sin más. Todos cobrarían más de 3.000 euros y, por supuesto, les bajarían los impuestos. Pero la vida, muy curiosa ella, recibió al eterno candidato con una elevada prima de riesgo, caídas en las bolsas, el mismo número de parados, el copago sanitario en algunas comunidades autónomas, la cancelación de los subsidios de desempleo a los parados de larga duración en otras regiones... En fin ¿A quién no le gustaría ser presidente?

En realidad creo que Zapatero se ha ido muy aliviado. Le ha pasado el marrón a otro. Un señor que no sabe lo que se le venía encima. Hay quien ya apuesta a que en menos de un año se formará un gobierno de coalición en España. O de sabios como en Grecia, los mismos que llevaron a la ruina al país heleno.Y aquí uno de los nombres que más suena como ministro de Economía es el de un hombre que dirigió Lehman Brothers en España....

Siempre nos quedará la Esperanza. Y en Madrid más. La enemiga número uno de Rajoy no se va por más esperanza que tengamos.

Cuidado, las gaviotas enseguida empezarán a cagarse sobre su cabeza, pero no se preocupen porque mientras tanto dj Pulpo pinchará alguno de sus temazos y animará la fiesta de la tijera.

P.D. Espero que este post no moleste a los votantes del PPSOE. Cada uno es libre de decantarse por el partido que se siente más representado, sin necesidad de compartir todos los puntos de vista, y que su opinión sea respetada.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Bebés

Hay bebés que nacen con buena estrella. Aunque parezca una tontería es mejor llegar al mundo con una estrella bajo el brazo que con un pan. Ese es el caso de Minhaj Gedi Farah, un bebé africano que se convirtió en la cara del hambre. Y, por supuesto, en la imagen esquelética.

Cuando su niño pesaba tres kilos con siete meses (lo que pesa aquí un recién nacido), su madre deambulaba, era perseguida por los cuervos. Ella puso la cara al dolor y las súplicas en su mirada. Se convirtió en la madre de todos. Porque ella podría ser cualquier progenitora y él cualquier niño africano. Pero el flash de algún periodista pensó que ese bebé, por gracia de su zoom, podía ser una buena imagen de portada. O, quizás, su conciencia decidió por él. Esa fotografía podría ser un granito más para cambiar el actual sistema. Existe la posibilidad, la más probable, que le mandaran tomar varias instantáneas de la hambruna en el Cuerno de África y que, tras muchos disparos a muchos habitantes, esa fuera la mejor imagen.

Lo cierto es que Minhaj y su orgullosa madre, que ahora camina con algo de esperanza, dieron la vuelta al mundo en este mundo demasiado conectado. Y su mirada llegó a la televisión y a muchos señores con corbata les amargó un par de comidas. Para ellos, al igual que para mucha gente, los problemas que no se ven no existen.



La historia de este bebé para tener un final feliz debería de repetirse MIL MILLONES DE VECES. Es una cifra (Unicef, octubre 2011) del número de personas que pasan hambre y sufren de desnutrición en el mundo.

P.D. Este post está dedicado a todos los niños, ya que hoy se conmemorada la Declaración de sus derechos. Un documento que, por desgracia y como muchos otros, se ha quedado en papel empapado, que no mojado. Para todas las personas que piensen que el problema es muy lejano, les doy un dato: En España uno de cada cuatro niños pasa hambre. Aunque el problema puede seguir demasiado lejos.

sábado, 19 de noviembre de 2011

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Fajas

Las fajas vuelven a estar de moda. Muchas famosas, de las que son muy conocidas, pero también de las que saltaron a las revistas del corazón por enrollarse con Paquirrín, las llevan para su paseillo en la alfombra roja. Está claro que un vestido con faja queda mucho mejor. Esconde lo que no quieren enseñar y resaltan los atributos de cada una. Hasta allí todo bien.

Pero, ¿qué sucede si esa noche ligan? ¿Es lo mismo que el sujetador con relleno? Imagino que muchos chicos se habrán llevado alguna que otra sorpresa.... Aunque siempre son peores las bragas que puso de moda el personaje de Brigitte Jones. Si alguna vez se encuentran en esta situación, el truco es ir al baño antes y ponerse cómodas, desnudarse, como pasa en las pelis. Vamos quitarse la faja antes de que alguien o algo pueda verla.


Los argumentos a favor se basan en que si de verdad somos tan modernos, ¿qué más da llevar faja? Y en contra: si de verdad somos tan modernos, tenemos que mostrarnos tal como somos.

Independientemente de si están a favor o en contra, lo cierto es que una mala elección de ropa interior puede desembocar en un encuentro desastroso. No sólo por las bragas color carne de las chicas, sino también por los calzoncillos con dibujitos de los chicos (para estar en casa muy bien, pero para un sábado noche con intenciones de acabar en cualquier cama.... mejor que no).

La solución es fácil: un poco de alcohol y, por supuesto, la luz apagada.

Olvidarás el cielo amarillo

A ella hoy le gustan las gotas de agua sobre su cara. Aunque nunca pensó que le gustarían. Hasta ahora sólo odiaba los pies, los suyos y los de otra gente. Pero nunca había superado la fina barrera que separa el odio del amor por las inclemencias atmosféricas. Pero así es ella y un día saltó la línea porque en ese instante todo le daba igual. Se acordaba de muchas cosas que hubiera preferido no hacer y de otras que no hizo. Pensaba en las palabras que nunca salieron de su garganta porque se le atascaban, porque no encontraba el momento de vomitarlas una tras otras. Muchas veces para suplir esa incomunicación mantenía conversaciones imaginarias con ella misma. A veces le dolía la cabeza de tanto pensar.



 Pero llegara un día en el que olvidarás el cielo amarillo.



martes, 15 de noviembre de 2011

Tijeras

Hace frío. Es lo que tiene dormir en la calle cuando a uno le desahucian de su casa. En Madrid ni siquiera se ven las estrellas. Demasiada contaminación. "¿Qué voy a hacer ahora?", se pregunta la anciana. Luchó mucho a lo largo de su vida. Primero por ella, después por su hijo. Ahora le queda la dignidad, nada más. "¿Sirve para algo?",  pregunta la cabeza a la mujer. Pero no sabe qué contestar. Prefiere seguir mirando el cielo.

En Barcelona otra mujer más joven también mira el cielo. Habla a solas. Mira una fotografía. Es una imagen de su madre de joven. Cuando murió no era muy mayor. Pero llegó a un hospital con una urgencia y le derivaron a otro centro. Y luego a otro y a otro más. Sencillamente se cansó de deambular, cerró los ojos. Su hija también los cierra ahora, al recordar que su muerte se podría haber evitado. No le salen las cuentas en las que los hospitales se cierran.

En clase de Economía a Andrés tampoco le salen las cuentas del problema que ha expuesto el profesor. Es incómodo garabatear hojas con números sentado en el suelo. La Universidad ha reducido el número de profesores y de asientos y también el agua caliente y la calefacción. Es mejor aprender pasando frío, ayuda a pensar, dicen ahora.



P.D. Sigo indignada, no me puedo creer que los políticos recorten en cosas tan básicas. Que renuncien a sus iPads y iPhones (1,7 millones de euros). Cuando hay tarta para todos.... nadie abre la boca....

domingo, 13 de noviembre de 2011

Cuando ni sientes ni padeces

Como mis amigos suelen llegar tarde (no digo nada), mientras les espero me dedico a escuchar conversaciones ajenas. Más que por el cotilleo es por el aburrimiento y porque compartía banco.

Allí, a mi lado, estaban dos señoras de 40 y de 43 años (lo sé porque lo dijeron). Una grandota, la otra más delgada y con gafas y mi compañera sedentaria. Sonia, la que hablaba sin parar de pie, estaba con su hija, Sonia también, de cinco años y con un peinado muy moderno.

Como en todas las conversaciones comenzaron con el típico qué tal, qué grande está la niña, cuánto tiempo sin vernos.... y luego derivó en los comentarios típicos gracias a la crisis: que la cosa está mal, que no me siento representada por ningún partido, que nadie nos ayuda....

Y así me enteré de la historia de Sonia que trabajaba en una peluquería en la que el corte de pelo lo cobran a 70  euros y las mechas a 90. Que con lo que le pagan le llega justo para la casa, las facturas, comida y algún capricho de Sonia menor. Pero que había decidido invertir todos sus ahorros en abrir un nuevo centro de estética. Que estaba harta de trabajar para nadie y que no le dieran ni las gracias y que estaba aún más cansada de que la torearan y de cobrar tan poco.

-"Luego están esos", seguí su monólogo mientras la mujer de gafas fumaba un cuarto cigarro y su hija le miraba sin entender nada, "que no saben por lo que estamos pasando".
- "Bueno seguro que cuando dejen el cargo se darán cuenta, también sienten", le contestaba la otra.
- "Esos ni sienten ni padecen, cuando uno tiene la maldad dentro, la tiene para siempre y da igual lo que les pase a los demás", argumentaba.
- "Puede que lleves la razón... ", zanjó el tema mientras apuraba la última calada.

Y Sonia y Sonia menor se fueron y la otra chica se quedó esperando. Yo me fui a tomar algo porque entre palabra y palabra de despedida llegaron mis amigos.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Los príncipes que se convirtieron en sapos

En los cuentos tradicionales si una princesa besaba un sapo, el anfibio se convertía en príncipe. En un chico parecido a Andrés Velencoso (por lo menos en mi caso). Pero en pleno siglo XXI es demasiado tarde para cuentos. Parece que las infantas escogieron mal a sus sapos, quiero decir a sus príncipes.

Primero sufrió la pena la hermana mayor, Elena, que al poco de casarse descubrió que su marido era un cocainomano empedernido. La droga está cara y no se debe relacionar con gente de los suburbios sin apenas dientes. Desconozco los detalles de su matrimonio, pero imagino que no era un cuento de hadas. Y menos cuando desde la tradicional Casa Real dieron el visto bueno a su divorcio.

Ahora los problemas le vienen a la segunda, a la trabajadora, dicen con ironía. Su marido está metido hasta el cuello en casos de corrupción. Su fundación inflaba los costes de servicios subvencionados con dinero público de los gobiernos autonómicos de Baleares y Valencia (qué casualidad está comunidad mezclada con corrupción de nuevo). La verdad es que robar está feo. Pero en este caso hay que ser tonto ( se me llena la boca de adjetivos). Urdangarín tenía el sueldo asegurado para toda la vida, como Nescafé. O al menos hasta la llegada de la III República. Y dado la familia que tenemos espero que sea pronto. Hasta se rumorea que Letizia es republicana, bueno era. El dinero llega a comprar hasta las formas de pensar.

La razón de que se fueran a vivir a Washington mucho tiene que ver con los primero indicios de que el marido de la Infanta había robado dinero. Y sino contesten sinceramente: ¿Por qué un deportista encontraría un buen cargo en Telefónica? ¿Acaso en los descansos estudiaba Economía? Está claro que en su nombramiento saltan chispas. Favor por favor se llama también.

Por lo menos espero que aprendan la lección y que no sean tan descarados si roban, van de putas o esnifan coca. Lo mínimo sería ser un poco más discretos. Hay cosas que es mejor que la gente no sepa, y menos cuando vives a su costa.


miércoles, 9 de noviembre de 2011

I couldn´t care less

El día en que María conoció a Julio o cuando Julio conoció a María pocos lo recuerdan. Quizás porque siempre formaron parte del mismo grupo de amigos. Y la amistad no germina en un día, sino que florece en meses. Cuando se conocieron jugaban a ser piratas en el parque. Se pintaban la cara. Pocas cosas había más divertidas que disfrazarse. Después comenzaron los primeros botellones y una noche, casi sin darse cuenta, se dieron su primer beso.

Está claro que el amor, en este caso, llegó mucho más tarde. Con la confianza en su futuro comenzaron a vivir juntos al cumplir la mayoría de edad. Con muchos sueños en el futuro y poco dinero en el bolsillo, pero el suficiente para pagar las facturas de una casa que tan sólo era bonita con el uso desmesurado de la imaginación. Pero todo daba lo mismo, su amor les bastaba.

Al acabar sus estudios básicos comenzaron a trabajar. Él era albañil y ella era dependienta en una pequeña tienda de barrio. Las cosas comenzaron a ir bien y decidieron cambiarse a un piso algo más amplio a las afueras. Los 90 metros cuadrados de vivienda les quedaban grande-pensaban- y decidieron que necesitaban un nuevo inquilino. Así llegó su primer hijo, por una mezcla de espacio y rutina en sus vidas, y luego un segundo y un tercero. A la familia se sumó un perro.

Después volaron. Los niños y el perro. Unos a otros nidos y la mascota a un lugar indefinido. Y él también mudó. Pero del trabajo a casa, su contrato se acabó. Ella tuvo más suerte: le redujeron el sueldo a cambio de trabajar más horas. Y como las desgracias nunca vienen solas, los pulmones de él decidieron dejar de funcionar. Y claro con un sueldo apenas llega para pastillas, radiadores y comida. Comenzaron a dejar de pagar gastos superfluos como la hipoteca de su casa.

Un día revisando el correo, María descubrió una notificación judicial. Y al poco tiempo volvieron a vivir con sus hijos. Por la noche cenaban juntos y veían la televisión. Desde programas de entretenimiento, pasando por películas, hasta alguna serie. El lunes decidieron ver el debate con la carga de un desahucio a sus espaldas, las enfermedades que aparecen por la edad y las arrugas de los disgustos. La apagaron. "No podría importarme menos", pensó María para sus adentros, mientras contemplaba, otra vez, la dichosa carta.