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martes, 15 de noviembre de 2011

Tijeras

Hace frío. Es lo que tiene dormir en la calle cuando a uno le desahucian de su casa. En Madrid ni siquiera se ven las estrellas. Demasiada contaminación. "¿Qué voy a hacer ahora?", se pregunta la anciana. Luchó mucho a lo largo de su vida. Primero por ella, después por su hijo. Ahora le queda la dignidad, nada más. "¿Sirve para algo?",  pregunta la cabeza a la mujer. Pero no sabe qué contestar. Prefiere seguir mirando el cielo.

En Barcelona otra mujer más joven también mira el cielo. Habla a solas. Mira una fotografía. Es una imagen de su madre de joven. Cuando murió no era muy mayor. Pero llegó a un hospital con una urgencia y le derivaron a otro centro. Y luego a otro y a otro más. Sencillamente se cansó de deambular, cerró los ojos. Su hija también los cierra ahora, al recordar que su muerte se podría haber evitado. No le salen las cuentas en las que los hospitales se cierran.

En clase de Economía a Andrés tampoco le salen las cuentas del problema que ha expuesto el profesor. Es incómodo garabatear hojas con números sentado en el suelo. La Universidad ha reducido el número de profesores y de asientos y también el agua caliente y la calefacción. Es mejor aprender pasando frío, ayuda a pensar, dicen ahora.



P.D. Sigo indignada, no me puedo creer que los políticos recorten en cosas tan básicas. Que renuncien a sus iPads y iPhones (1,7 millones de euros). Cuando hay tarta para todos.... nadie abre la boca....

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