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domingo, 27 de noviembre de 2011

Campaña de Navidad

Las luces de Navidad ya están puestas en las calles. De hecho, creo que algunas esperan su turno desde agosto. Cerca de mi calle ni siquiera recogieron las del año anterior, no sé si por descuido o por un motivo de ahorro. También las grandes multinacionales y centros comerciales decoran sus escaparates con objetos llamativos para atraer la atención del consumidor. ¡Todo está impregnado de espíritu navideño! Aunque todavía falte más de un mes, pero ¿Qué importa? Lo importante es consumir. Gastar dinero, el poquito que muchas familias han ido ahorrando cada mes. O el que no tienen.

Con la llegada de la Navidad, las personas desentierran, casi a la vez, el sentimiento de la solidaridad. Hasta entonces, dormía perezoso. Apenas salía para hacer algún favor a un colega o a un buen compañero de trabajo. La solidaridad permite que te acuerdes, por unos días, de que hay gente que lo pasa mal. Los ojos se abren y ven que muchos niños pasan hambre y frío y que no tienen juguetes. Los habitantes del Norte del planeta, más preocupados por su ego que por los menores esqueléticos y medio moribundos, limpian su karma. Compran un par de paquetes de arroz y otros de pasta. De oferta claro, y de marca blanca. Donan los jerseys horrorosos de la suegra o los pantalones que no les caben porque han engordado un poco en los últimos meses. Y, quizás, deciden hacer un donativo, no superior a 50 euros, a Médicos sin fronteras o a Unicef. Con eso la conciencia se queda tranquila.

Creo que la gente todavía no entiende el concepto de la palabra solidaridad. En Occidente se traduce por dar lo que te sobra. Cuando creo que va más allá. Para mí, la definición de solidaridad sería luchar porque todos tuvieran los mismos derechos y oportunidades, por compartir los recursos y no dar los que ya han caducado, exigir a los políticos una inversión real de ayuda al desarrollo sin expropiar sus fuentes. También encaja en la definición evitar las guerras económicas que sólo buscan dar salida a los nuevos armamentos creados en Europa. Y el remedio es tan fácil como pensar. Puede que esté equivocada, pero la gente necesita comer más de un mes cada año.

P.D. Está claro que mejor que nada son las campañas de Navidad. Pero, señores, piensen. Si de verdad creen que la solidaridad son dos paquetes de arroz de oferta...... tienen un problema. Y de los gordos.

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