Buscar este blog

miércoles, 29 de enero de 2014

La parte del cerebro que nos hace humanos

Érase una vez un delfín. Un delfín albino. Un mamífero rosado. Después los humanos robaron el delfín rosa, similar al robo del conejo rosa de un libro juvenil. Lo apartaron de su hábitat. Lo metieron en una pecera. Dicen que tienen más probabilidades de sobrevivir, ya que en el agua salada de donde venía tenía muchas más posibilidades de ser capturado por los depredadores que el resto de sus semejantes.

Del mar paso a la tierra. Me acuerdo de la desgracia que supone ser albino en África. El miedo de los ciudadanos europeos de los chinos. Los ataques indiscriminados del Ku Klux Can, del de hace décadas, y del actual, aunque no se llama así, en países como EE.UU. Veo el odio en muchos ojos. No encuentro la parte del cerebro que nos hace humanos.

Leo en otro sitio que la madre del delfín fue masacrada junto a otros ejemplares en Japón. Hasta entonces el pequeño mamífero nadaba siempre a su lado, y ambos formaban parte de un grupo. De un conjunto de animales semejantes que se cuidaban unos a otros. Después, cuando el agua dejó de ser azul, se vio solo. Rodeado de asesinos. Aislado en cristal. Dicen que está protegido. Cuesta creerlo cuando su mayor peligro son los humanos. Debe de ser esa parte del cerebro que nos hace humanos la que incita a algunos a matar, a aislar y a mofarse del sufrimiento de los animales.



viernes, 24 de enero de 2014

No creamos fármacos para indios

El consejero delegado de la todopoderosa Bayer, marca que,por ejemplo, fabrica aspirinas, ha confirmado lo que todos sabíamos. En el campo de las pastillas, y en el de la vida. Dice: "No creamos medicamentos para indios, sino para los que puedan pagarlo". Habla mientras los billetes se le caen de los bolsillos. Cuando él quizás no sepa que el amor tampoco se paga, ni la amistad... Ni la vida.
Es correcto ser ambicioso, querer ganar dinero. Nadie comienza un negocio o lo mantiene sin el objetivo de vivir desahogado, obvio. Pero sí que pueden ser diferentes los márgenes de beneficio. Por supuesto puede poner en práctica la responsabilidad social.

Nuestra sociedad se vuelve cada día más materialista. No vales nada si no tienes dinero en tus bolsillos. Pero, no te equivoques. No eres tú el que vales, sino tu cartera. Y ahora ya te lo han dicho abiertamente. Dijo indio, pero pudo decir español, o alemán.

viernes, 10 de enero de 2014

Aprender a morir

Lo más difícil de vivir es aprender a morir. Cuando te deslizas a este mundo, nadie te da un manual de instrucciones. Nadie te dice que deberías permitirte ser más feliz, trabajar menos, tener más coraje y pasar más tiempo con las personas que quieres. Estas son las cosas que las personas se arrepienten de no haber hecho. Se lamentan cuando ya es demasiado tarde.

De la vida, uno aprende de a poco. Al igual que sucede con el amor. Es un ensayo error, definirían los científicos. Si tropiezas, te levantas. Si tienes un problema, lo resuelves. Después pasas a una nebulosa. Vuelves al líquido amniótico, y te acuerdas de tu infancia. Los recuerdos. La nostalgia. De lo que se tenía. De lo que se escapa.

Las personas huyen de la muerte porque nadie las prepara para el vacío, para la incertidumbre de esa nada. Sentimos pánico a la eterna levedad. Aunque ya no importe nada. Invocamos a los espíritus para que la transición allá donde vayamos sea fácil y poco dolorosa.

Aprendemos a vivir, pero nadie nos enseña a morir. Tampoco se aprende a vivir sin los que no están. Solo queda seguir.

jueves, 2 de enero de 2014

Money, money, money

Un estudio publicado, para que los humanos se consuelen, revela que el 70% de las personas que les toca la lotería pasados un par de años tienen menos dinero que antes de que ganaran el premio. Me lo cuentan mientras me rasco los ojos por no poder dormir la siesta. Vuelta al trabajo. Por lo visto, la gente deja de trabajar y, como nunca han estado acostumbrados a tanto dinero, gasta sin parar. Hasta que están a cero.
Bueno, yo no lo he vivido, ya que nunca me ha tocado nada. Ni siquiera he ganado el bingo en el que juegan señoras mayores con problemas de oído. Eso sí, ya había tenido la precaución de despedirme en el trabajo como si me hubiera tocado. En estos momentos, en vez de estar frente a la pantalla con un Madrid lluvioso a mis espaldas, estaría dando la vuelta al mundo, de las de verdad, no las que ofertan las agencias de viajes.



De hecho, sigue mi compañera, los expertos recomiendan acudir a un experto para saber dónde es mejor invertir. "Te lo digo por si te toca la de El Niño", me avisa. En fin, ya tengo asumido que me tocará trabajar un  año más y espero no ser más pobre dentro de unos años. Aunque con tanto recorte.... No creo que sea culpa del juego.