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miércoles, 29 de enero de 2014

La parte del cerebro que nos hace humanos

Érase una vez un delfín. Un delfín albino. Un mamífero rosado. Después los humanos robaron el delfín rosa, similar al robo del conejo rosa de un libro juvenil. Lo apartaron de su hábitat. Lo metieron en una pecera. Dicen que tienen más probabilidades de sobrevivir, ya que en el agua salada de donde venía tenía muchas más posibilidades de ser capturado por los depredadores que el resto de sus semejantes.

Del mar paso a la tierra. Me acuerdo de la desgracia que supone ser albino en África. El miedo de los ciudadanos europeos de los chinos. Los ataques indiscriminados del Ku Klux Can, del de hace décadas, y del actual, aunque no se llama así, en países como EE.UU. Veo el odio en muchos ojos. No encuentro la parte del cerebro que nos hace humanos.

Leo en otro sitio que la madre del delfín fue masacrada junto a otros ejemplares en Japón. Hasta entonces el pequeño mamífero nadaba siempre a su lado, y ambos formaban parte de un grupo. De un conjunto de animales semejantes que se cuidaban unos a otros. Después, cuando el agua dejó de ser azul, se vio solo. Rodeado de asesinos. Aislado en cristal. Dicen que está protegido. Cuesta creerlo cuando su mayor peligro son los humanos. Debe de ser esa parte del cerebro que nos hace humanos la que incita a algunos a matar, a aislar y a mofarse del sufrimiento de los animales.



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