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sábado, 12 de noviembre de 2011

Los príncipes que se convirtieron en sapos

En los cuentos tradicionales si una princesa besaba un sapo, el anfibio se convertía en príncipe. En un chico parecido a Andrés Velencoso (por lo menos en mi caso). Pero en pleno siglo XXI es demasiado tarde para cuentos. Parece que las infantas escogieron mal a sus sapos, quiero decir a sus príncipes.

Primero sufrió la pena la hermana mayor, Elena, que al poco de casarse descubrió que su marido era un cocainomano empedernido. La droga está cara y no se debe relacionar con gente de los suburbios sin apenas dientes. Desconozco los detalles de su matrimonio, pero imagino que no era un cuento de hadas. Y menos cuando desde la tradicional Casa Real dieron el visto bueno a su divorcio.

Ahora los problemas le vienen a la segunda, a la trabajadora, dicen con ironía. Su marido está metido hasta el cuello en casos de corrupción. Su fundación inflaba los costes de servicios subvencionados con dinero público de los gobiernos autonómicos de Baleares y Valencia (qué casualidad está comunidad mezclada con corrupción de nuevo). La verdad es que robar está feo. Pero en este caso hay que ser tonto ( se me llena la boca de adjetivos). Urdangarín tenía el sueldo asegurado para toda la vida, como Nescafé. O al menos hasta la llegada de la III República. Y dado la familia que tenemos espero que sea pronto. Hasta se rumorea que Letizia es republicana, bueno era. El dinero llega a comprar hasta las formas de pensar.

La razón de que se fueran a vivir a Washington mucho tiene que ver con los primero indicios de que el marido de la Infanta había robado dinero. Y sino contesten sinceramente: ¿Por qué un deportista encontraría un buen cargo en Telefónica? ¿Acaso en los descansos estudiaba Economía? Está claro que en su nombramiento saltan chispas. Favor por favor se llama también.

Por lo menos espero que aprendan la lección y que no sean tan descarados si roban, van de putas o esnifan coca. Lo mínimo sería ser un poco más discretos. Hay cosas que es mejor que la gente no sepa, y menos cuando vives a su costa.


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