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miércoles, 29 de febrero de 2012

Memoria de pez

No sé ustedes, pero yo soy de las que siempre me olvidó algo en la habitación del hotel. Cuando tengo que hacer la maleta, algunos objetos se esconden debajo de la cama, o se encierran en los armarios. Mis camisetas han sido devoradas por las sábanas de alguna cama deshecha. Algunos de mis cargadores siguen anclados a algún enchufe en alguna ciudad lejos de casa. Todas las cosas que he cedido sin querer a la gran sala de objetos perdidos de distintos establecimientos siempre son reemplazables. De hecho, casi siempre que vuelvo de viaje tengo que comprarme un nuevo cepillo de dientes.

Mis descuidos no pasan de la línea imaginaria de los abandonos normales. Otros regalos inesperados son menos comunes, como los registrados por una cadena británica que ha elaborado un ranking con los objetos más extraños que la gente se olvida en los hoteles. Entre ellos se encuentra una maleta con trajes para perros, un loro, un vestido de novia y un bebé. Por supuesto, en el listado no faltan los osos de peluche. Un juguete que todos hemos perdido en cualquier lugar. Les recomiendo que, la próxima vez que pasen unos días fuera de casa, se aseguren de que no se olvidan nada. O, al menos, nada que después vayan a echar de menos.






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