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martes, 2 de octubre de 2012

Las manzanas podridas

El adjetivo podrido puede acompañar a cualquier sustantivo. Manzanas. Una relación. Un pacto. También sirve para definir una sociedad. Este único calificativo describe a la perfección todos los estamentos que componen la sociedad. Las sociedades también están podridas. La nuestra, por ejemplo.

En los últimos días, todo el mundo habla de los malos de la película: los políticos. No les falta razón. Se podría decir que alrededor del 10% de los ciudadanos que forman la clase política están metidos en casos de corrupción. Quizás. Ese porcentaje alcanza el 20%. Una compañera, de esas personas que tiene luz por si solas, siempre preocupada por pensar, dice, y yo le creo, que no son solo los políticos los que están podridos. "¿Quieres que comience a enumerarte periodistas?", pregunta, sin esperar respuesta. Aquí añado una nota: La palabra periodista se puede sustituir por cualquier profesión (casi seguro). Ni todos los bomberos son tan valientes, aclarando que la mayoría lo son, ni todos los psicólogos cumplen a la perfección su código ético. Tampoco se salva la policía.El problema es que todo, o casi todo, está podrido.

Sin embargo, estoy segura de que, al igual que sucede en las manzanas, hay un pequeño trozo que queda a salvo, un rincón de luz.

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