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domingo, 27 de enero de 2013

Él les dibujaría un corazón

 La noticia llegó en un sobre cerrado. Llegan así cualquier martes, aunque últimamente está más de moda que la información se dé los viernes. Abrió la carta. Estaba escrita a ordenador, había sido fotocopiada. 130 veces, quizás 150. Una por familia. Una por niño que ejercía su derecho. El de recibir la ayuda por dependencia. Palabras que llegaban a niños luchadores, con imaginación de colores. Con la mirada inocente que cree en la humanidad porque piensan que todo el mundo es bueno y honesto como sus padres y cuidadores. Ellos que aplauden que su pie recorra un centímetro como si hubiera ganado una maratón. Para los que una sonrisa en su rostro es mejor que la actuación de cualquier actriz.

En los sobres. Caben fajos de billetes, multas, facturas o cartas del Gobierno que anuncian que un centro para dependientes debe cerrarse porque no hay dinero suficiente. Y eso que la consejera les visitó en Navidades, junto con otros personajes que ya no existen, y les prometió que la escuela no cerraría. A algunos progenitores se les escaparon algunas lágrimas pensando que la señora decía la verdad. "No parece mala gente", opinaron entonces. Hasta alguna madre eufórica se acercó y le dio las gracias. Ahora le diría otra cosa.

Que su niño de casi 18 años no podrá recibir la atención adecuada, ya que la Ley de dependencia ha sido aniquilada y los trabajadores de los centros están en la calle. Lástima que profesionales que buscan trabajo y niños que necesitan educadores no puedan encontrarse.

Y a su niño, ¿qué le dice? Ahora que intentaba escribir un Gracias en grande para sus profesores, para su centro, para todos. ¿Cómo explicarle que en algunos sobres hay dinero para los que aumentan el sufrimiento de sus semejantes y en el de gente que alivia el dolor solo una carta de despido? ¿Cómo decirle que no mejorará su sentido del tacto, ni su audición y que nadie podrá ayudarle a desarrollar sus capacidades? ¿Quién le dice que el bien y el mal son conceptos que no existen? ¿Algún valiente podrá decirle que hay gente que nunca tuvo corazón? Está claro que su madre no puede. Y menos mientras él le da su dibujo, le da las gracias. Le da su corazón, para que no se lo roben y se quede con él.

Si él supiera que no tienen corazón les dibujaría uno, aunque no lo merecen.

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