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sábado, 12 de enero de 2013

Haití, historia de la memoria selectiva

Cuando hace tres años el cielo se tiñó de gris en Haití, los ciudadanos con más experiencia advirtieron de todo lo que se les venía encima. De forma literal. Las vigas no aguantarían. Las nuevas tecnologías no pronosticaron, o no con la suficiente voz, el inminente y devastador terremoto. Después vino lo peor. Porque las situaciones extremas hacen que la gente actúe de forma extrema, y no siempre para bien. Llegaron los grandes negocios. Los que cambiaban un trozo de pan por el alma de las mujeres o una medicina por el recuerdo de lo que fue una vida. Llegaron los corruptos al poder y los ciudadanos, los supervivientes, denunciaron que jamás llegó toda la ayuda internacional prometida. De hecho, buen ejemplo de esa falta de voluntad, de esa falsa solidaridad, es el elevado número de personas, entre ellas miles de niños, que todavía viven en los campos de refugiados. La memoria es muy selectiva. Los científicos dicen que es un sistema de defensa. Lástima que ese sistema nos haga recordar las cosas cuando se cumplen tristes aniversarios. Cuando se cumplen tres años que el cielo se tiñó de gris. 

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