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miércoles, 5 de septiembre de 2012

We (they) are the future

El principal objetivo de los comedores escolares consiste en suplir las diferencias sociales de los niños. Es decir, que todos los menores estén bien alimentados, independientemente de que su papá sea abogado y su mamá médico, si su papá está en el paro y su mamá es profesora, o de si su papá está a punto de agotar la prestación por desempleo y su mamá es limpiadora.

La alimentación es un factor clave en el desarrollo de los niños, tanto a nivel físico como intelectual. Ellos son el futuro, son ellos los que nos cuidarán de mayores. Los pequeños necesitan una dieta adecuada para un crecimiento adecuado. Así de simple, y nada discutible.

El otro día leí que los diputados de la asamblea de Madrid comen por 3,55 euros, mientras que en los colegios, cada menú cuesta alrededor de 5 euros (en algunos casos 6). ¿Cómo puede ser?
El comedor escolar debería de tener un precio simbólico, el necesario para cubrir parte de los costes de la compra de alimentos y de la nómina de los cuidadores, quienes deberían tener unas condiciones dignas de trabajo. El resto debería ser subvencionado por Educación. Una idea es que los políticos no tengan este tipo de dietas, que no existen en casi ningún trabajo, para poder pagar la comida a los niños. Además, los dirigentes ya cobran un sueldo suficiente para que abonen de su bolsillo el dinero de las comidas.

Otro aspecto es que los niños, especialmente los muy pequeños, no saben calentarse la comida. Los niños no suelen utilizar el microondas y puede ser peligroso. ¿Ellos saben que el papel de aluminio no se puede meter?¡Seguro que alguna calienta el tupper durante 15 minutos y otros acabarían comiendo frío!

Finalmente, me parece ser un cretino cobrar a los niños que llevan tupper. Encima que llevan la comida de casa y les cobran. Eso es como tener que pagar a una empresa por trabajar (bueno, también pasa).

Las medidas del gobierno están encaminadas a acabar con la Escuela Pública, ya lo expresa siempre que puede el señor Wert, un ministro que parece que nunca pisó un instituto, y mucho menos leyó un libro. Tan sólo echó un vistazo a informes con números sobre cómo se puede rentabilizar la educación, cómo sacar dinero de los niños.

El gobierno está improvisando medidas porque se ha chocado con la realidad, después de volver del país de las piruletas, y el 99,9% son muy cuestionables. Pero jugar con la salud y la educación de los niños es ser, además de imbéciles, ya que estos servicios generan riqueza al país, grandes cretinos.

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