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lunes, 15 de junio de 2015

Las gafas y el agua

Acepté que no veía bien, y por tanto que me tenía que comprar unas gafas, el día en que recorría parte de un glaciar en una moto de nieve con un traje similar al que utilizaron los primeros astronautas que pisaron la luna. No es que tenga grandes encuentros con mi subconsciente en momentos límite, ya que mis citas con él tienen lugar en la ducha, pero casi me pierdo y no regreso a casa, y en ese instante lo necesitaba conmigo. De hecho, ese encuentro fue clave para asumir aquello que no quería ver.

Cuando unos meses después me acerqué a la óptica, me disgusté tanto con el resultado de la visita como si hubiera entrado en mi rincón de todas las cosas que no hice o al espacio donde guardo las palabras que nunca me salieron de la garganta. Para ayudarme con mi susto artificial, los profesionales, que imagino no han estado en muchos entierros, porque de lo contrario lloraría hasta el muerto, me decían que ya era mayor para reaccionar así, que no podía ser que me siguieran dando miedo las gotas de los ojos. Que mira ese niño de cuatro años cómo se porta. Pero una no escoge sus miedos. De ser así, hubiera seleccionado un miedo más de moda o más práctico o con el que no hiciera el ridículo cada vez que lo confesara.

Todavía creo que crecer es una trampa mortal, y que no hay un año definido para ser mayor, sino que a ese estado se llega de a poco. Cada uno tiene una fecha diferente para esa meta. Evidentemente mi momento no llegó cuando me compré las gafas. Tampoco cuando hice la prueba de las lentillas y maté el tiempo tomando un vino y después, cuando comprobaron mi agudeza visual posterior a la prueba, no acerté ninguna letra. En la siguiente prueba de lentillas casi me quedo dormida, justo lo único que me dijeron que no tenía que hacer. Durante ese proceso, mi espíritu tampoco envejeció.

Este fin de semana, me compré de golpe mis segundas y mis terceras gafas. Y me acordé de una frase del escritor Julio Llamazares, quien escribe en uno de sus libros: "hay diferentes formas de mirar el agua; todo depende de cada uno y de lo que busque". Supongo que veré mejor con mis nuevas gafas. Pero no es eso. No se trata de cómo se mire, se trata de la forma en que se ve (It is not about how you look, it is about how you see).

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