Buscar este blog

lunes, 19 de diciembre de 2011

La doble honradez del rey

¡Qué ilusión! Tenemos un rey tan digno que cuando descubrió los curiosos asuntos de su yerno ordenó una investigación. Y cuando comprobó que el marido perfecto era el imperfecto ciudadano le aconsejó que dejara sus actividades lucrativas, poco dignas y poco propias de alguien de sangre azul. El rey muy honrado, en vez de denunciar al deportista real, le facturó con su mujer, sus niños y una maleta al otro lado del charco.


Unos meses antes levantó el teléfono, a modo de película antigua. Al otro lado del hilo contestó una persona experta en incomunicación cuando curiosamente tiene la mayor empresa de comunicación de España, César Alierta. Enseguida encontró un puesto perfecto para el Duque en Timofónica Internacional. Y así se fue a las Américas, mientras aquí algunos comenzaban a preguntarse cómo pagó el palacete de Pedralbes. La peor cara de un apuesto príncipe comenzaba a relucir.

El rey se aprovechó de que no se le puede juzgar para tapar a su yerno. Una acción que en cualquier otro caso supone un juicio y una condena. Don Juan Carlos miró a los ojos de su hija y, como muchos dicen, vio que seguía enamorada, que no podía levantar los párpados (aunque sigue en duda su participación en la trama) y decidió ayudarla. Un argumento extraño si tenemos en cuenta que Urdangarin comenzó a salir con la Infanta gracias a una apuesta con sus compañeros de vestuario. La mentira se fue haciendo tan grande que acabó en boda y el duque tuvo que apechugar. Aunque pronto se sintió muy cómodo. No le costó nada dejar plantada a su novia de toda la vida.


La entrega por capítulos de la serie Urdangarin y los 40 ladrones parece que va para largo. Esperemos que el fin sea el banquillo de un tribunal y con una bandera roja, amarilla y morada de fondo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario