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jueves, 9 de junio de 2011

Utopías

La primera vez que abrió los ojos, el mundo era joven todavía. Y algo ingenuo o demasiado crédulo. En su infancia recorría las calles de Madrid con aviones de papel, pompas de jabón o pelotas desgastadas. Pasó el tiempo y seguía volando comentas de colores y miraba al cielo con la esperanza de un mundo alternativo. Pero, a la vez, vislumbraba el gris de las almas. Sus ojos comenzaban a cerrarse.

Los días comenzaron a pasar más rápidos. "Cosas de la edad", suspiraban algunos rememorando su juventud. Y las flores comenzaron a crecer en sitios insospechados: en los fusiles de algunos que defendían con las balas conceptos nebulosos. Ésa fue la segunda primavera. La primera fue en mayo del 68 en la que germinó la palabra utopía. "Está claro que el mundo tiene que cambiar", aseguraban.

Sus ojos se cerraban un poco más, comenzaban a estar cansados de ser testigos directos de todas las barbaries del siglo XX. Sin olvidar ninguna y sin ningún rencor. Su memoria pudo aguantar, pero sus párpados decidieron descansar con la esperanza de un mundo "alternativo". Y, sobre todo, más justo.

P.D. El cambio y la transformación del mundo es posible, aunque sólo sea mínimamente. No lo digo yo, sino un pensador que, agotado, ha cerrado los ojos.

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