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lunes, 13 de junio de 2011

Riñas de basura

Ayer, tras trabajar un poquito (sí, aunque sea domingo) aproveché el buen tiempo y las buenas temperaturas veraniegas para dar un paseo. Estos meses ofrecen momentos muy propicios para pasar el día en la calle, porque todavía el calor no es de esos asfixiantes. Sino que te deja la voluntad de decidir si ponerte o no un jersey.

A la vuelta a casa, pasé por un gran almacén, creo que no necesito poner ni el nombre del establecimiento. En las puertas del centro comercial había varios cubos de basura. Y en ellos, los residuos que los clientes de primera no quieren o que las empresas de segunda, en cuanto a responsabilidad social, deciden que no es necesario vender y que es mejor tirar antes de donar a alguna organización que trabaja contra la exclusión social. Sin embargo, no sabría describir el valor de estos productos imperfectos, en cuanto a forma o acabado. Por una parte, son el fiel reflejo del consumo excesivo de nuestra sociedad. Y, por otro lado, se traduce como la única vía que disponen algunos grupos sociales para comer y vestirse. Siempre todo tiene un doble concepto

Este fenómeno de compra entre vertederos lo había visto, pero tan sólo con dos o tres clientes. Ahora la cifra se multiplica por diez en algunas noches. No siempre.

Ayer dos hombres de estos que buscan su dieta en grandes contenedores discutían sobre quién había encontrado primero algún alimento indescriptible. El desacuerdo no se prolongó mucho tiempo y terminó con la frase de uno de ellos, tras levantar un poco la voz: "No van a discutir dos hombres por un poco de basura".


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