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miércoles, 25 de mayo de 2011

Recuerdos

Hace mucho tiempo que lo empezó a sospechar. La primera vez se olvidó del nombre del señor gordo con bigote que hacía escasos minutos le habían presentado. La siguiente no logró recordar el nombre de la calle en la que vivía durante unos minutos. Después su memoria jugaba al escondite con ella. Ponía los zapatos debajo de la cama, guardaba los abrigos en el perchero de la entrada y lanzaba las llaves al fondo del mar. Fue cuando se dio cuenta de que perdía la memoria a paso de hormiga primero y de elefante después.

Su relación con ella nunca había sido mala del todo, pero con los años había empeorado. En un principio, ella tenía la habilidad de olvidar sólo lo que deseaba. Pero luego se cambiaron los papeles. Y la memoria, mucho más pragmática, comenzó a eliminar recuerdos: Desde los más pequeños hasta el día de su boda.


Y dejó de ser consciente de todo. Cada día bajaba a la playa. Y cada mañana, a pesar de hacer siempre un recorrido similar, su sensación era la de andar un camino nuevo. Se sentaba a descansar en un banco del paseo, mientras los rayos del sol doraban su pelo, y respiraba lentamente la brisa del mar. Eso fue lo único que nunca olvidó. A su lado la voz de un hombre le preguntaba por quinta vez: ¿No me reconoces?. Y ella le miraba con cara asustada. Pero luego giró la cara para ver por primera vez el mar.

1 comentario:

  1. Es muy duro ver como alguien querido sufre Alzheimer.Se me cae el alma a los pies cuando mi abuela me pregunta hasta seis o siete veces lo mismo cada tres minutos.Que durmiendo sueñe y se despierte llorando estando convencida de que es verdad lo que ocurre en sus sueños.Pero más duro es ver su propia cara sabiendo que algo le pasa pero no recuerda qué es.

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