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domingo, 20 de marzo de 2011

Un cuento

Ayer volvió a pasar lo que tantas otras veces ocurre. Tras una amena cena en mi casa con mis compañeras de piso, unos amigos y una buena jarra de sangría, hecha made nosotros, la indecisión se apoderó de todos. Lo hizo primero a las 12, que perdimos la noción del tiempo, volvió pasadas las dos, cuando discutíamos los problemas del mundo, y, finalmente, a las cuatro regresó decidida. Tanta palabra para decir que lo que finalmente pasó es que se nos hizo tarde y no salimos de casa. Y eso tras un intenso debate de decidir a qué garito ir a bailar un rato.
Lo más significativo es, en estos casos, que todos los presentes intentamos buscar un culpable. Lo de externalizar las responsabilidades hacia los demás es muy humano. Yo me decanto por el vino como el principal causante del lío, pero demostrado que el vino no puede defenderse, solo dar resaca, se busca un liante de carne y hueso.
Debo apuntar que mi estado para las cinco de la mañana era de ir cerrando los ojos acurrucada en el sofá de mi casa, el mismo que tiene poderes para atraparme todos los días que puede a las cuatro de la tarde. Es que me tiene mucho cariño.En ese mismo estado de somnolencia, uno de los presentes aprovechó para contar un cuento que más o menos espero recordar (y espero que el autor no se moleste por tomarme la libertad de trascribirlo).

Un rey que tenía un precioso reino se sentía muy desdichado. Cada vez con más fecuencia acudía a su consejero en busca de una receta que le aliviara su infelicidad. Su hombre de confianza tras muchos intentos fracasados encontró la solución: "Busca una esposa". El monarca engalanó su palacio para celebrar una fiesta que se recordara durante siglos, pero principalmente una verbena que le permitiera conocer a la mujer de sus sueños. Tras hablar con varias candidatas logró conocer a su princesa perfecta: una joven dulce, morena y de ojos claros. Al poco tiempo se casaron. Sin embargo, los problemas llegaron enseguida. El rey dedicaba mucho tiempo a los asuntos de Estado y la reina se aburría. (Aquí llegó mi interrupción de que la historia me parecía machista, pero el inventor, siempre conciliador, propuso que puede ser al revés que se puede cambiar los roles y el rey es el regente y la reina reina).

Presa de las horas libres, la dulce esposa del monarca conoció a un pastor que tras animadas conversaciones se convirtió en el secreto mejor guardado de su corazón. Para encontrarse con su amado, la dama debía atravesar un lago. Ese lago lo custodiaba un barquero y exigía una moneda de oro para cruzar de un lado a otro la orilla.
Uno de los días como consecuencia de las prisa, de esas que te consumen poco a poco, la joven olvidó coger las monedas de oro. Y cuando se disponía a volver al palacio, para acudir a un compromiso con su esposo, se percató de que no tenía nada para pagar al barquero. Desesperada, la reina pidió ayuda a su amante, pero él era tan pobre que no tenía ninguna moneda de oro.
La monarca decidió entonces cruzar el lago por uno de los puentes. Y allí en mitad de la pasarela fue asesinada por un loco.

Ante la sorpresa de todos por el cuento viene la moraleja: ¿Quién es el responsable de la muerte de la princesa? Quitando la responsabilidad del loco que la asesinó, que es el culpable del hecho. Busquen la respuesta.

2 comentarios:

  1. bonita manera de comenzar la mañana. Cafe galletas y artículos de mafalda pina.

    El responsable de la muerte de la princesa es el loco y si alguien podía haberlo evitado es ella.

    Ella es libre de salir por ahí, de elegir llevar escolta o de quedarse en casa, bien podría haber pedido que la acompañaran.

    Culpar al Rey por no atenderla en castillo y dejarla salir; no sería justo. Creo que tampoco lo sería culpar a su amante; por ser pobre y no tener que darle.

    Esta es mi respuesta al acertijo, pero no lo es al artículo.

    Yo planteo una pregunta. Si estabais tan bien en casa y con la bebida ya pagada ¿Para qué queríais salir? Haber subido el volumen del casete y comenzado a bailar.

    Donde este un buen güateke que se quite el diskoteke

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  2. El Rey puede ser responsable de la desatención de la princesa pero en ningún modo de su muerte. Fue el loco quien la mató.
    Pero, ¿y ella? ¿Preferiría ella vivir segura jun to al Rey? ¿O aceptaría que la matara un loco si eso era el requisito indispensable para ver a su amnte?

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