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lunes, 7 de marzo de 2011

Fútbol, dos pinchos y una caña


"Fútbol, dos pinchos y una caña y se nos olvida todo". Con estas palabras resumía mi monitora de clase de Pilates nuestro país. En unos tiempos en que los ciudadanos se preocupan más por el nuevo límite de velocidad o por fumar o no en un bar que por el aumento de la edad de jubilación o por la malversación de nuestros políticos. Preguntamos primero por el resultado de un partido que por las cifras del paro. Y si puede ser en un bar, mucho mejor.

Siempre lo he dicho. En nuestro país, los bares se alzan como referentes a la hora de tantear la opinión pública. Es el eje principal de los debates, muy por encima, y más acalorados y realistas, que los que se celebran, con muchas abstenciones, en el Congreso y en el Senado.

En España, el deporte universal de las tapas y cañas funciona como un somnífero para la población. Un dulce que permite olvidarnos de lo amargo de la vida.

La tertulia en clase ha ido más allá: "Es que los españoles somos muy buenos". No creo que ni los egipcios, ni los tunecinos, ni franceses sean peores sociedades que la nuestra por defender en algo que creen, por luchar para evitar trabajar hasta los 90 años y poder disfrutar algo de la vida.

En fin que sorprende las enormes críticas, pero todavía más la pasividad. Y mucho más que la gente se quede en las medidas envoltorio y no en las reales, las que de verdad nos van a afectar. Si alguien quiere discutir más la idea puede encontrarme en el bar.

1 comentario:

  1. La diferencia con esos países Carlica, y el nuestro, es que en España siempre hemos tenido dirigentes nefastos. Nunca se ha intentado mejorar la vida al pueblo, sino que eso resultaba de la evolución y dispersión de las ideas de nuestro alrededor, el progreso del resto de países de nuestro entorno ha propiciado el nuestro. Entonces ha llegado un momento en el que eso lo tenemos tan interiorizado que ya no se mira hacia arriba para solucionar los problemas. Los problemas los resuelve el pueblo y gracias a él, los dirigentes se dan las palmaditas en la esspalda. Eso ya pasaba hace cientos de años, si quieres un ejemplo, pásate por el Prado a ver La toma de Breda. Y verás como cuando España era grande las cosas se hacían de igual manera.

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