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lunes, 9 de diciembre de 2013

Un cuento de Navidad

Desde hace unos días, los anuncios no tienen piedad. Invitan al consumismo masivo. Por muy fuertes que seamos de espíritu, a veces, es inevitable caer en la tentación. A mí me pasó una vez por culpa de un anuncio de manzanas....También empiezan las cenas. Tengan cuidado, ya que una vez que se va a una es muy difícil salir de la lista de invitados de los próximos años. Es peor que intentar huir de una banda terrorista.

Renacen los buenos deseos, y las historias de héroes anónimos. O héroes archiconocidos, como sucede con el fallecido Nelson Mandela. Un señor con mucha luz, aunque debemos recordar que él también era mortal, y eso significa que su alma también era gris.


Lo que ocurre es que a veces las personas necesitamos creer en algo más allá del Hombre del Espacio. Aunque nos engañemos. Es esa falsa ingenuidad la que nos devuelve un poco de esperanza.
La gente pregunta: "¿Cómo es posible que creas solo la parte buena de la historia?" Porque somos humanos y necesitamos que existan los héroes (de allí el éxito de Spiderman, Superman...), personajes creados de mitad ficción y mitad realidad (y somos conscientes de ello).

La gente necesita ver la belleza de las cosas, aunque siempre esconda una mentira. Se trata de un ejercicio de salud mental.

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