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lunes, 16 de diciembre de 2013

Frente a frente

En la oscuridad de la noche se ven dos ojos. Son de color marrón. Tienen el brillo de la vida, la que todavía existe, aunque a veces sea transparente y demasiado leve. Después están sus manos. Agrietadas. Trabajadas después de recoger cosechas imaginarias. Cuidar a hijos fantasma. Ella es la única mujer en una zona dominada por la testosterona.

Enfrente. Las muñecas, como ella las llama, toman café. Están de guardia con un chaleco rojo. Sus estómagos vomitan decepciones. Nada cura el alma. Frente a frente. Es una valla la que separa sus mundos. Es un muro el que condena a muerte.

Tan cerca, que ni siquiera pueden verse.

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