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sábado, 28 de diciembre de 2013

La búsqueda del tiempo

Nunca vas a volver a ser tan joven como lo eres en este momento. Sencillo mensaje para todas las personas que repiten en bucle lo mayores que son. El miedo a envejecer. O el pánico que uno tiene a asomarse de puntillas al basurero del no: repleto de lo no dicho y lo no hecho. Una cacharrería gramatical que permanece cerrada, cuya puerta se entreabre a finales de diciembre y los silencios se escapan a sus anchas.

Para evitar tanta nostalgia en la memoria siempre llevo una libreta donde apunto las cosas que quiero hacer a corto, medio y largo plazo. Es mi guía de viajes, mi cuaderno de vida. Son hojas en blanco que evitan que el futuro caiga en ese basurero monosilábico del olvido. Después puedes enamorarte en París, chupar un trozo de hielo de un glaciar, bailar hasta el amanecer, tomar un chocolate caliente cuando tienes mucho frío o brindar por las cosas más absurdas.

El tiempo sigue su curso. Es a él a quien buscamos. Bajo las estrellas, o bajo el agua de una cascada. A veces lo rozamos con la punta de los dedos. Nos mira. Pero no se deja alcanzar.

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