En el eterno retorno, los acontecimientos son los puntos que forman una circunferencia (no confundir con círculo). Cuando llegamos al final, volvemos al principio. Entonces, se vuelve a recorrer de nuevo la circunferencia y los acontecimientos se repiten. Este fenómeno sucede de forma eterna.
Una de esas casualidades, fatídicas, son la persecuciones aleatorias de personas, las matanzas indiscriminadas. El país heleno se despierta cada mañana con el asesinato de un inmigrante. Una muerte justificada por muchos por la no pertenencia a la estafa de la Unión Europea. Una Unión más preocupada por el dinero que por la Sanidad, la Educación, las pensiones o el empleo.
Los descerebrados alegan que estas personas nunca han pagado impuestos, cuando las mayores evasiones las cometen las grandes fortunas y las empresas; y cuando muchas familias adineradas o empresarios sin escrúpulos les han tenido trabajando sin contrato. Además de estas matanzas, que deberían haberse quedado en horrible ejemplo de siglos pasados, se suceden palizas indiscriminadas a mendigos y sin papeles, que tienen lugar a plena luz del día en cualquier barrio de la capital. Y todo ante la total ineficiencia por parte del gobierno Griego de parar tan brutales crímenes. El ejecutivo prefiere encontrar en ellos a su cabeza de turco que hallar a los verdaderos responsables de la crisis. Aunque para ello nunca más puedan recuperar en su vocabulario la palabra dignidad.
La última víctima ha sido un chaval de 19 años que ha muerto en un hospital, cuya asistencia sanitaria tendría que pagar si hubiera vivido, tras recibir varias puñaladas de un grupo de jóvenes que en el colegio no recibieron la educación adecuada debido al elevado ratio de alumnos por clase.
El aumento de las desigualdades sociales, solo lleva a un aumento de los crímenes. La falta de inteligencia lleva a cometer estos asesinatos, además de más robos, con o sin violencia.
El gobierno Griego debería dimitir. Demostrado queda que no tienen ni idea de cómo gestionar la crisis, al igual que le sucede a su homólogo español, y que es tan cretino de permitir asesinatos con tal de aferrarse al poder. No obstante, estos mandatarios no saben que una de la paradas del eterno retorno es la revolución, en la que se cambia de estructura de gobierno y en la que muchos cómplices del sistema son invitados a exiliarse.
Una de esas casualidades, fatídicas, son la persecuciones aleatorias de personas, las matanzas indiscriminadas. El país heleno se despierta cada mañana con el asesinato de un inmigrante. Una muerte justificada por muchos por la no pertenencia a la estafa de la Unión Europea. Una Unión más preocupada por el dinero que por la Sanidad, la Educación, las pensiones o el empleo.
Los descerebrados alegan que estas personas nunca han pagado impuestos, cuando las mayores evasiones las cometen las grandes fortunas y las empresas; y cuando muchas familias adineradas o empresarios sin escrúpulos les han tenido trabajando sin contrato. Además de estas matanzas, que deberían haberse quedado en horrible ejemplo de siglos pasados, se suceden palizas indiscriminadas a mendigos y sin papeles, que tienen lugar a plena luz del día en cualquier barrio de la capital. Y todo ante la total ineficiencia por parte del gobierno Griego de parar tan brutales crímenes. El ejecutivo prefiere encontrar en ellos a su cabeza de turco que hallar a los verdaderos responsables de la crisis. Aunque para ello nunca más puedan recuperar en su vocabulario la palabra dignidad.
La última víctima ha sido un chaval de 19 años que ha muerto en un hospital, cuya asistencia sanitaria tendría que pagar si hubiera vivido, tras recibir varias puñaladas de un grupo de jóvenes que en el colegio no recibieron la educación adecuada debido al elevado ratio de alumnos por clase.
El aumento de las desigualdades sociales, solo lleva a un aumento de los crímenes. La falta de inteligencia lleva a cometer estos asesinatos, además de más robos, con o sin violencia.
El gobierno Griego debería dimitir. Demostrado queda que no tienen ni idea de cómo gestionar la crisis, al igual que le sucede a su homólogo español, y que es tan cretino de permitir asesinatos con tal de aferrarse al poder. No obstante, estos mandatarios no saben que una de la paradas del eterno retorno es la revolución, en la que se cambia de estructura de gobierno y en la que muchos cómplices del sistema son invitados a exiliarse.
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