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jueves, 26 de enero de 2012

España, un país de (y para) corruptos

Ayer, como muchos españoles, presencié un doble espectáculo. El primero, el punto y final del juicio de los trajes que sentó en el banquillo a Francisco Camps y a Ricardo Costa. El segundo, el partido del Barcelona-Madrid. Confieso que estuve más entretenida con el primero, porque el juicio de Mr Camps era como un monólogo del Club de la Comedia. Precio: unos trajes por unas buenas risas. Yo me reía por no llorar. Parecía una broma de cámara oculta.
Varios niños piden consejo a Camps sobre cómo robar dinero público.

Mi veredicto es que al jurado también lo compraron. No sé si con trajes, relojes, viajes, maletines llenos de dinero, una casa en la costa. Sospechoso es que los votos necesarios para declararlo inocente fueran  justo los cinco que consiguió. Alguna persona que merodeó por el hotel en el que reflexionaba el jurado popular acordó que cinco verdugos lo alzarían al cielo y cuatro al infierno, para que todo este circo fuera más creíble. Cuando ni su amigo el Bigotes cree ya en él. No obstante, los trajes de 12.000 euros son una pequeña anécdota de todo por lo que tendría que ser juzgado. Y, esperemos, ocurra en un futuro. Tranquilo Mr Camps, tu moreno solarium combina muy bien con los trajes a rayas.

El el mundo al revés en el que vivimos, los ladrones pasean en coches de la Fórmula 1. Los jueces que intentan encarcelarlos se sientan en el banquillo y serán, quizás, declarados culpables. También se librarán de la prisión Blanco, Jaume Matas, Urdangarín y su Infanta. Aquí es mejor robar dinero público que ser un buen científico. Probado queda.

P.D. La Comunidad de la risa, digo Valenciana, me deleita con curiosas noticias cada día. Ayer leí que el hospital La Fe de Valencia compró una pantalla gigante por 600.000 euros, imagino que para anunciar los recortes en los quirófanos.

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