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martes, 13 de septiembre de 2011

El día que perecí dos veces

Mi nombre no es relevante para esta historia. Además, prefiero mantenerme en el anonimato. Hace casi dos años que perecí dos veces. Fue en el año 2009, en la ciudad de Tordesillas, Valladolid. La verdad es que uno nunca sabe cuándo ni dónde va a morir. Yo tampoco lo sabía entonces.

El antes

Unos días antes un camión poco confortable vino a buscarme. Sin ninguna pregunta, un señor me coaccionó para entrar dentro del vehículo. A mi cuidador, cuando eché la vista atrás para verlo por última vez, lo vi con un fajo de billetes en la mano y una sonrisa demasiado grande.


El durante

Recuerdo que mi muerte me sobrevino a las 12 de la mañana. Nadie espera morir a esa hora en la que el sol le da en la cara. Mis 674 kilos de peso se desplomaron sobre la tierra. Pero fue mi alivio. Desde las 11 de la mañana miles de cabezas se reían a mi alrededor, mientras yo todavía estaba aturdido, algo mareado. No conseguía ubicarme. Algunos me clavaron lanzas, varios me golpearon con palos y otros se ensañaron al clavarme una cuchilla. Todos reían. Yo no sabía como salir de esa pesadilla.


El después

El 30 de septiembre de hace casi dos años, una comisión del ministerio de Medio Ambiente, por no extenderme en el nombre, propuso la elaboración de una Ley de Protección Animal. El objetivo es evitar estas prácticas arcaicas que se esconden bajo las festividades. La norma que anda paralizada ya no podrá evitar mi asesinato, pero sí la de otros muchos compañeros.

Siempre insisto en que perecí dos veces. Una cuando a fuerza de tantas lanzas, cuchillos y palos clavados en mi cuerpo, mi corazón dejó de latir. Otra cuando vi a un gran número de personas riendo sin parar a costa de mi sufrimiento.



P.D. Para todos aquellos que quieran acabar con el sufrimiento animal: http://actuable.es/peticiones/hagamos-saber-la-exposicion-animales-es-atraccion. http://www.avaaz.org/es/petition/Abolicion_del_Toro_de_la_Vega/?fTLxndb&pv=145

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