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domingo, 25 de septiembre de 2011

Al menos de palabra

Al menos de palabra, la Constitución recoge el derecho de todos los ciudadanos a una vivienda digna. Claro que la Carta Magna española se caracteriza por ser un poco ambigua, para que cada individuo pueda interpretarla a su manera.

Tras el fin de la dictadura, los políticos comenzaron una carrera contrarreloj para crear la Ley Suprema. Y para que todos quedaran contentos, derechas e izquierdas, izquierdas y derechas, no precisaron demasiado los puntos. Entonces hubo referéndum, pero tan sólo para decir sí o sí a la Constitución (era obvio que tras tanta represión nadie con un poco de cabeza quería un nuevo Generalísimo). Y ese fue el resultado de nuestra Ley, hoy bastante caduca.

Lo lógico sería que los propios ciudadanos hubieran aprobado título por título, sección por sección. Un proceso largo, pero necesario para el ejercicio de una verdadera y recién estrenada Democracia. Por ejemplo, monarquía o república. De nuevo con las prisas y con la vista atrás en el señor bajito no importó.


El derecho a la vivienda digna, como casi todos los que forman parte de la Constitución, quedó recogido pero no desarrollado. ¿Qué se entiende por vivienda digna? ¿Desde cuántos metros cuadrados? ¿Cuál es el precio máximo? ¿Pueden quedarse los bancos con tu piso cuando ya has pagado el 80% del mismo? ¿Además de regalar tu piso al banco debes de seguir pagando la hipoteca?
Todos estos interrogantes son fruto de una mala tramitación política, que si bien en 1978 no hubo tiempo de concretar o precisar, lo hubo después. Entre café y café en el Congreso, de esos de 60 céntimos que nunca hay en otros bares, se puede pensar en estos aspectos.

Ya es hora de una reforma en profundidad de la Ley Suprema, claro que primero tendrán que escuchar a los ciudadanos los cambios que quieren. Al fin y al cabo la Carta Magna dice que la soberanía reside en el pueblo.....

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