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lunes, 28 de octubre de 2013

Los besos perdidos

Debiste dejarla ir aquel día. En el momento en que el destino te ofreció la oportunidad. Pero no quisiste, o no supiste. O, simplemente, no pudiste. Recordaste las mañanas al sol, y las noches de luna llena en las que todo era posible. Esperaste. Ni siquiera te percataste de que las hojas de los árboles rozaron el suelo otra vez.  Solo la veías a ella, que saltaba en los charcos, igual que hacen los niños pequeños.
Tampoco escuchaste los ecos de tu cabeza, ni las lenguas ajenas.
Quería saber: "¿Dónde están las cosas que piensa?"
A veces buscaba en bocas desconocidas los besos perdidos.
Nunca se lo dijo, pero quería pedirle: "Antes de que te vayas, ¿podrías enseñarme a vivir sin ti?"

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