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viernes, 8 de noviembre de 2013

¿Cuánto dolor puede soportar la condición humana?


El silencio de los cláxones, las luces de los semáforos y la contaminación atmosférica se observan desde este puente. Puedo contemplar miles de coches que se desplazan hacia ninguna parte porque aparcarán en el mismo sitio de siempre. El paisaje nada tiene que ver con el lugar de donde vengo. El cielo lo cubren nubes de colores flúor, como los califican en las páginas de las revistas de moda. No puedo respirar. La gente no para. “No tengo tiempo”, gritan para hacerse oír. Tampoco observan, ni escuchan, ni saborean, ni huelen y, mucho menos, sienten. 
¿Quiénes son los subdesarrollados?


Lleva mucho tiempo sin poder levantarse del sofá. Ya no se afeita la barba. Está medio vestido con unos calzoncillos blancos, una camiseta de tirantes, también blanca, comprada en un mercadillo y unos calcetines desgastados. A su lado, latas de cerveza vacías. Está solo, al igual que estuvo aquellos 100 días. En medio de esa nada, que se convirtió en cotidiana. Era blanco de fuegos cruzados. “Intentan matar al mensajero”, piensa.  Aunque está aquí, él nunca logró volver. 
¿Acaso se pueden olvidar los horrores de una guerra si se cena Champagne en un restaurante francés?





P.D. ¿Qué se hace contra la indiferencia? Escribir todavía mejor que la última vez que lo hiciste (Consejos que son necesarios escuchar de vez en cuando). Quizás, el próximo texto provoque un cambio… O puede que todo siga igual.



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