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miércoles, 22 de mayo de 2013

Ahora que nadie habla de ellos

Hace unos años, cuando todavía había abundancia de confeti, de trajes, bolsos y coches, era todo un orgullo conocer a los miembros de la élite social y económica del país. Algunos habían visto a determinado personaje solo una vez, y ya pregonaban que eran "grandes amigos". Dos personas quedaban a tomar un café y era como si hubieran compartido los veranos de la infancia en la playa de Sangenjo.

Entonces, se presumía de conocer a los mayores delincuentes, y se tenía la pseudo-obligación de reír todas sus gracias. De hecho, muchas personas se atrevían a mirarte por encima del hombro, pensando en lo pringado que eras por no seguir la corriente oficial. "Espabila", decían, sabiendo que los contratos, los ascensos y las adjudicaciones se conceden mediante contactos. "Si Amancio Ortega es un gran empresario", comentaban los que no sabían la ubicación de Bangladesh. Ni la de medio globo terráqueo. "Si Aznar siempre fue un gran presidente", argumentaban las grandes eléctricas y la empresa de catering Arturo. "Rodrigo Rato es todo un ejemplo", sentenciaban los brokers infames que desconocían la existencia de preferentes, el funcionamiento de la bolsa, y qué era la prima de riesgo, pero que se lucraban a base de ladrillo e ignorancia.

Para demostrar tan peligrosas amistades, algunos se retrataban juntos. A veces la gente se humillaba. La Humanidad sabe llegar a niveles de estupidez y crueldad desconocidos.

Tiempo después, cuando la gente ya no lleva máscaras, muchos son los que no hablan. Los que ya no saludan por la calle, al igual que se hace con los antiguos novios. Aseguran que nunca los conocieron. Jamás les idolatraron. Ahora que nadie habla bien de ellos, y esperemos que estén a las puertas de los juzgados, ¿quiénes son los pringados?

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