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viernes, 1 de julio de 2011

Confesiones de una sombra

"Queda la palabra", le decía su sombra. Desde que era niño hablaba con ella, con la confianza que los meses de verano, cuando aparecía, le habían permitido desarrollar. Pocas son las personas que tienen la habilidad de hablar con su sombra. Es necesario saber escuchar el silencio, saber interpretar los gestos. A veces le hacía burla. Otras, en cambio, cuando ella tenía un día complicado se hacía pequeña. A pesar de que no hablaba mucho, ella confiaba en la comunicación entre las personas. Y así, con gestos y con mensajes con las manos, que se movían como pájaros, le transmitía sus inquietudes y consejos al joven.

Lejos de lo que todos pensaban, con el paso de los años, la relación entre la sombra y el joven era cada más cercana. Como dos personas que se van conociendo y se van ganando la confianza a cada mirada. Al principio, ella le ayudaba con los deberes del colegio, pero conforme fue creciendo, ella prefirió estar a su lado, a modo de estatua, sin ayudar demasiado. Quería que el joven aprendiera a tomar sus propias decisiones.

Más adelanté, le ayudó a escoger a su novia, con la que posteriormente se casaría. Una chica pelirroja con pecas en la nariz y en las mejillas, con ojos marrones y mirada ausente, aunque sincera. Ella no sabía porqué su novio, y después su esposo, hablaba a escondidas en el baño. Aunque sí escuchaba los susurros de él. Ella tenía otra habilidad, no menos increíble. Solía percibir con el contacto con la gente el pasado, presente y futuro de una persona.

Parece ironía que ahora, 40 años después, su sombra le recordará que siempre quedan las palabras, cuando ella las utilizaba poco. Quizás, ella se dio cuenta de que a veces malgastamos las palabras con gente que no vale  la pena o las está reservando para un asunto importante, secreto, de esos que son irrelevantes al girar del mundo.

Desde que llegó a esa conclusión, él se volvió economista de las palabras. Las guardaba porque sabía que algún día las acabaría necesitando como ellas necesitan de las personas.

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