"El día que se nace se empieza uno a morir", dijo José Luis Sampedro consciente de la fragilidad de la vida. Él se marcha mientras el mundo gira en el sentido equivocado. En un momento en el que algunos todavía piensan que la Tierra es plana y no se vislumbra el fin. El mismo día en que me entero que en el espacio no es recomendable llorar. Las lágrimas no soportan la gravedad. Será que a los humanos les pasa como a las estrellas, que pierden brillo cuando se cruzan con el tiempo. Pero algunas mentes continúan irradiando su luz para que los demás no notemos que morimos un poco cada día.
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