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sábado, 13 de diciembre de 2014

Mi vida sin móvil

Acabo de viajar al pasado. Mi móvil no funciona. No dispongo de google maps (con lo que yo me pierdo), ni puedo ver el correo, ni los whastapps, ni recibir llamadas ni nada. Me encuentro como un naúfrago en una isla desierta. Al principio me agobié un poco, ya que justo en el momento en que sus teclas dejaron de funcionar, yo estaba en plena Puerta del Sol, donde me encontraría con una amiga para ir al teatro. La fuerza del destino nos ayudó a encontrarnos (ella se estaba quedando sin batería).

La vida sin móvil produce mucho pánico en esta sociedad tremendamente digitalizada. La gente tiende a consultar el médico y el movimiento del mundo en páginas web. Y sacan su paraguas si lo dice la aplicación del tiempo. A mí, el móvil me resulta útil, pero también me he dado cuenta de que durante estos días voy a poder hacer lo que me dé la gana: no voy a tener que responder las llamadas a mi jefa, ni que contestar mensajes absurdos. Supongo que recuperaré el arte de hablar con la gente. Además, aprovecharé para hacer limpieza de agenda, ya que acumulo números de más.


Estos días me estoy apuntando algunos teléfonos en hojas de papel, del que flota lleno de palabras, para poder localizar a algunas personas. El problema es que no sé si quedan cabinas en esta jungla de asfalto. Está claro que es muy complicado permanecer en el mundo analógico.

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