En la oscuridad de la noche se ven dos ojos. Son de color
marrón. Tienen el brillo de la vida, la que todavía existe, aunque a veces sea
transparente y demasiado leve. Después están sus manos. Agrietadas. Trabajadas después
de recoger cosechas imaginarias. Cuidar a hijos fantasma. Ella es la única
mujer en una zona dominada por la testosterona.
Enfrente. Las muñecas, como ella las llama, toman café. Están de guardia con un chaleco rojo. Sus estómagos vomitan decepciones. Nada cura el alma. Frente a frente. Es una valla la que separa sus mundos. Es un muro el que condena a muerte.
Tan cerca, que ni siquiera pueden verse.
Enfrente. Las muñecas, como ella las llama, toman café. Están de guardia con un chaleco rojo. Sus estómagos vomitan decepciones. Nada cura el alma. Frente a frente. Es una valla la que separa sus mundos. Es un muro el que condena a muerte.
Tan cerca, que ni siquiera pueden verse.
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