“Me deben una parcela en el cielo al lado de San Pedro”.
Este es uno de mis pensamientos más habituales. Lo digo por mi paciencia, y por
mis buenas acciones. Me dijeron que la diferencia fundamental entre el infierno
y el cielo es que en este último todo es gratis. Es como los hoteles de todo
incluido. No obstante, esta situación puede cambiar. La llegada de los corruptos vaticina una
privatización del paraíso.
Lo que la vida te da o te quita según tus acciones se conoce
como Karma. Existe el bueno y el malo. Se supone que cuando llevas a cabo
buenas acciones, el universo te lo recompensa. Por ejemplo, si una vez
encontraste una cartera y la devolviste sin quitar un céntimo, el karma te
garantiza que si pierdes en un futuro un bolso, te lo devolverán intacto. Aunque
me figuro que el Karma no es igualitario: no va acción por acción. Tampoco es recíproco entre humanos, ya que puede ser
que hagas un favor a alguien y a ti te lo devuelva otra persona diferente.
Mi problema: el Karma tiene a día de hoy muchas deudas
conmigo. Si pudiera enviaría un e-mail a karma@karmaacciones.com, pero resulta
que todavía no se ha pasado al mundo digital. Solo espero que se ponga las pilas porque la lista de asuntos pendientes
que tenemos que tratar es bastante larga.
No sé, pero empiezo a sospechar que el Karma no existe. Me
voy a buscar al ratoncito Pérez para ver si me puede ayudar.